Cuenta la historia que una doncella llamada Angélica, de Seneca, Carolina del Sur, era una chica cristiana-católica muy creyente que vivía siempre tratando de agradar a Dios y serle obediente. Trabajaba ocho horas diarias en una oficina y cuatro horas más entre los quehaceres del hogar en la casa donde habitaba… Ya que le colaboraba con las tareas a sus sobrinos, estudiaba, hacía ejercicios, tenía un servicio de apostolado comunicativo, preparaba los alimentos cuando nadie de su familia tenía tiempo y también oraba con mucha fe por todo y por la pronta y completa sanación de un hermano que amaba mucho y se encontraba enfermo desde hace un largo tiempo. Casi siempre por el ritmo de vida, las actividades que esta joven realizaba y el tiempo de oración íntima con Dios que a diario le dedicaba, se lograba dormir generalmente a las doce de la medianoche, retomando nuevamente al día siguiente, su rutina diaria desde tempranas horas de la mañana…
Una noche de un miércoles, la chica cuando se disponía a orar, luego de haber culminado con éxito sus actividades y responsabilidades en la oficina y en su hogar… Se encontraba en tal grado de cansancio físico y mental que su cuerpo y pensamientos se sumergían en el más profundo sueño… Y pidiéndole disculpas y permiso al Señor, se durmió sin orar esa noche como acostumbraba hacerlo y en especial por su hermano enfermo…
A la mañana siguiente, la chica despertó hora y media más tarde del tiempo que acostumbraba generalmente a levantarse para que le diera chance de alistarse y prepararse para alimentarse, tomar el transporte de la empresa donde laboraba y llegar a tiempo a su jornada diaria… De igual manera ella mantuvo la calma, se levantó y mientras se duchaba, escuchó en la estufa el ruido de unos utensilios de cocina… Al salir se da cuenta que estaba preparado un delicioso breakfast para ella, sonrió y le dio las gracias a la abuelita materna de sus sobrinos que se encontraba en casa junto con ellos… Seguidamente se terminó de alistar y encomendando su día al Señor, salió aunque retrasada en el tiempo acostumbrado, a dirigirse a su lugar de trabajo… Su sorpresa fue que al llegar a la estación, veía venir el transporte de la empresa que ella imaginaba había perdido por el tiempo transcurrido… Subiendo, escuchó entre sus compañeros que el transporte había tenido una avería y por tal motivo se había retrasado, comprendiendo y automáticamente sonriendo dijo interna y alegremente: -Gracias Dios por tanto amor!!. . Pero esto no fue todo, al llegar a la oficina, comenzando sus labores acostumbradas, se le acerca una compañera de trabajo llamada Carol, cristiana-evangélica también muy creyente, le pregunta por el estado de salud de su hermano y le comenta que se despertó en horas de la madrugada de ese día, sintiendo el llamado del Señor para que orara por la salud de su hermano (de Angélica) enfermo desde hace un largo tiempo… Angélica atónita y maravillada le dio las gracias a su compañera Carol por haberle revelado eso y le contó todo lo sucedido al respecto!… Ambas dieron honra, alabanzas y gracias a Dios!…
Esta historia nos confirma una vez más, que el Señor le da descanso y reposo al necesitado, porque sabe cuando estamos realmente exhaustos, conoce la intención de nuestro corazón y valora la sinceridad de nuestra oración… Al mismo tiempo, no deja de trabajar en silencio, activa a unos en favor de otros y viceversa, provee y hace constantes maravillas para protegernos y obrar a favor nuestro!… Por ello no olvidemos nunca lo que señala la Biblia en Éxodo 33:14 al respecto: “Mi presencia irá contigo, y yo te daré descanso”.
Que descanses! Feliz noche… dulces sueños!…